Com uma peça intitulada "Solo la credibilidad es rentable", escreve o "defensor del lector" de La Vanguardia: "La credibilidad es un patrimonio que debe asegurarse confesando los errores. A la prensa no le ha de avergonzar reconocer las faltas de los periodistas. No es excusa para resistirse al reconocimiento público de una mala práctica del oficio alegar que otros profesionales, como jueces, médicos, militares o políticos, no suelen hacerlo. Rectificar honra a quien rectifica. Es un gesto supremo: restablece la verdad, y conforta a los perjudicados por una información errónea o falsa".
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